domingo, 22 de noviembre de 2009
Ladrón que roba a ladrón
domingo, 25 de octubre de 2009
Entre locos y locas.
Recuerdo cuando tenía 15 años y subí al avión listo para 5 horas de viaje, tenía mis audífonos listos para escuchar mi música, tristeza por abandonar algunos familiares y felicidad por ver a otros. Me senté al lado del pasillo y a mi costado un extraño. Me hizo conversación cuando me saqué los audífonos por un momento para cambiar las baterías de mi reproductor de ese entonces. Entre preguntas que uno consideraría normales y diplomáticas para alguien que recién conoces, surgió un comentario del señor cuarentón. “No veo las horas de llegar a mi casa y aplicarme un enema para dormir relajadito” Mi mirada fue pasmada por unos tres segundos. Creí haber escuchado mal. Pero el señor luego me preguntó si yo solía hacer eso. Le dije que no, me puse mis audífonos fingiendo que estaba escuchando algo de música para de esa manera dejar de conversar con él. Qué tipo para más raro. Conversar sobre sus enemas con alguien de 15 años que recién conoces en un vuelo.
En todo el mundo hay gente extraña, un amigo una vez me comentó como anécdota que un cliente se acercó a su módulo para solicitar ser atendido por la máxima autoridad en la agencia. Como todo trabajador que sabe hacer su trabajo primero pidió una explicación más detallada del por qué tenía esa necesidad. Este señor miró a su alrededor primero y se acercó a su oído y dijo susurrando: “Es personal” dando una mirada queriendo sembrar el misterio y lo estaba logrando. Luego mi amigo convenció al misterioso hombre que revelara el hecho personal. Ahora el señor miró nuevamente a su alrededor debido a que podrían escucharlo. Y tocándose la cabeza con el índice dijo: “Aquí tengo el CHIP”. Estaba vez tenía una mirada seria, convencido que la noticia que acababa de dar haría que mi amigo corriera donde el superior a darle esa valiosa información. Pero mi amigo solo podía tener esa mirada de desconcierto ante tremenda huevada que decía. Le advirtieron que el señor estaba loco y siempre venia a la agencia. Que lo mande a la agencia principal nomás y le siga la corriente.
La psicología me parece muy interesante, de chiquito yo me acercaba a los locos de la calle y les hablaba. Mi mamá le tenía terror a los locos pero a mi me parecía curioso escuchar las incoherencias que decían. No sé si el loco era yo quizás. Solo sé que en la calle uno puede encontrar de todo. Como la viejita que no quiere que hablen por celular en las combis y si escucha que hablas te insultará. Si la ven la saludan de mi parte. Les dejo el video para que la reconoscan.
jueves, 17 de septiembre de 2009
Almorzando
jueves, 10 de septiembre de 2009
Secuestro II
Estoy en la puerta de la comisaria de Miraflores. Llegué en un taxi escuchando radio Felicidad. Ya improvisaré mi relato ficticio de los hechos. Al entrar y querer denunciar el hecho un policía me preguntó donde fue el hecho. Le dije, por el Wong de la Aurora. Y me dijeron: “Ah entonces corresponde a la otra comisaría de Miraflores que está en Tomás Marsano señor” Casi le escupo al policía, pero mi paciencia aun no explotaba. Salí de la comisaria caminé una cuadra y mi mamá me convenció de volver y decir que haremos otro trámite una vez adentro ya cambio mi versión. Entramos esquivando al policía de la puerta y llegamos a un cuarto donde había mucha gente y policías en mesas atendiendo civiles, “vengo a denunciar un asalto” le dije a un policía joven y rapado. “¿Cómo fue?” me subieron a un carro y ahí me sacaron mi mochila y me quitaron mi celular y luego me dejaron por el Teatro Marsano” Se fue a preguntar a su superior y se acercó a decirnos de manera insegura. “Entonces es secuestro señor, tiene que ir a la otra oficina donde es secuestros aquí vemos asaltos.” Llegué a Secuestros “vengo a denunciar un robo con secuestro” le expliqué lo sucedido. El policía era moreno y base 5 probablemente, “Esos de robo no quieren chamba y te han mandado para acá. Porque eso no es secuestro, solo te han robado.” y le dije, “Solo quiero hacer una denuncia, sé que no recuperaré mis cosas, pero necesito el papel para hacer unos trámites, nada más.” El Policía comprendió el asunto y no quería complicarse. Abrió su libro empastado tamaño oficio a rayas y le hizo con lapicero rojo un margen cuadriculado a la hoja con ayuda de una regla rota y empezó a tomar nota de la denuncia.
Policía: “¿Dónde pasaron los hechos?”
Yo: “Salía de mi departamento y estaba caminando por Villarán, en la cuadra 1 con mi mochila …”
P: “¿Eso por donde está?”
Yo: “Es por la 19 de Benavides en Miraflores”
P: “¿Dónde ibas?”
Yo: “A Sturbucks, a tomar un café y hacer unos trabajos en mi laptop”,
P:“ ¿Dónde dijiste?”
Yo: “Starbucks …" Veo que el experimentado policía tenía problemas para escribir, se lo deletreo pero no me entiende y pone “Starbukce.” En mi mente dije: “Qué me importa, solo quiero salir de aquí.” Y empieza a escribir el moreno dictando en voz alta: “Se dirigía a su centro de trabajo” y le aclaro que no es mi centro de trabajo.
Yo: “Solo iba a tomar un café ahí.”
P: “Pero ¿No dices que llevabas tu laptop para trabajar?”
Yo: “Es un café”
P: “Pero ahí harías tu trabajo ¿Verdad?”
Está bien, pensé respirando profundamente, qué importa total ese dato es irrelevante para los de Claro y Saga. Pero mi paciencia estaba a punto de explotar con la siguiente pregunta: “¿Hace cuánto tiempo que laboras ahí?” Me empezaba a palpitar el ojo izquierdo, me empiezo a frotar la sien y sonrío diciendo “Ya le dije que es un café donde voy con mi laptop libremente, no es mi centro de trabajo.” “¿Y desde cuando vas a tomar cafés ahí con tu laptop?” No sé, póngale 2 años o más. “Labora ahí desde hace 2 años” decía el moreno en voz alta mientras tomaba nota. Quería golpearme la cabeza contra la pared. Suena racista pero; Ramón Castilla ¿Estás viendo lo que has hecho? Este negro no es más bruto porque le da flojera.
Llegó un policía que al enterarse de lo que me pasó empezó a dar una charla de secuestros a mi mamá y mi amigo que esperaban. Mi mamá le seguía la corriente. Pero en su discurso dijo algo interesante, sobre la existencia de una banda que robaba a los jóvenes por el Metro de la Av. La Molina, robaban por ahí en una Station Wagon a jóvenes que pasaban por ahí debido a que esa zona está llena de universitarios con laptops. El moreno seguía tomando nota de mi denuncia y declaración, “¿Por dónde te dejaron?” “Por el Teatro Marsano que está cerca a Petit Thouars” El negro colgó cerebro mientras escribía, tenía problemas para escribir “Petit Thouars” y había escrito Marsano con Z. Oswaldo debería poner su letrero de “Teatro Marsano” más colorido quizás. Nadie escribe Saga Falabella con Z por ejemplo por tanta publicidad “HOT”. Le dicté como escribir para evitar más errores, suficiente con “Starbuckce.” Imagínense si le decía Toulouse Lautrec o Le Cordon Bleu, probablemente le daba la chiripiorca o entraba en convulsiones. Petit Thouars es difícil quizás pero es la calle que está a la esquina de la comisaria y es un policía que se encarga de tomar nota de las denuncias. Para imprimir mi denuncia se demoró porque puso dos hojas y un papel calca entre ambos, su ruidosa impresora que tenia lista 1 página cada dos minutos se atascó. El fluorescente empezaba a fallar. Veía el monitor de la computadora en verde. Pobre Policía Nacional con razón coimean no los culpo.
Al día siguiente me entregaron mi denuncia. Fui a Claro con ella, ahora tengo otro celular con el mismo número. Fui a Saga me devolvieron la garantía y me llevé una nueva laptop con mayor memoria RAM y más disco duro que la robada. Encima me obsequiaron una impresora. Como dije, lo material se puede reponer. Me pongo a pensar en la gente indiferente pero como al menos los secuestradores me dieron para mi pasaje, solo faltaba que pidan que los llame para saber si llegué bien. En los policías poco capacitados, sin recursos y con pocas ganas de ayudar al rebotar los casos a otros. En la inseguridad de las calles.
Mis amigos más cercanos ahora tienen el número de mi mamá y de mi casa en caso de emergencia, porque en esos casos acudes a tus amigos. Debería yo tener el de los padres de mis amigos. Este relato no es una queja, solo es una observación de cómo son las cosas en Lima.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Secuestro
Me secuestraron. Me hicieron subir a una Station Wagon contra mi voluntad, porque era un Station Wagon pues. Cualquier secuestrador con clase me secuestra en una 4 x 4, en una Hammer de color brillante, en un Mercedes negro o mínimo un auto europeo de lunas polarizadas y con los delincuentes en terno. Pero los hechos eran no como yo hubiera deseado. Una vez dentro del auto lo que querían era mi dinero y mi mochila que contenía mi laptop. No puse resistencia porque lo material no importa, sino mi vida. Poniendo de mi parte los secuestradores no me agredieron, me devolvieron mi billetera sin dinero pero con mis documentos, me dieron mis llaves, encima me dieron dos soles con cuarenta centavos para mi pasaje de regreso y me liberaron minutos después de pasearme. Estaba en Santa Anita luego me enteré. Quería regresar a mi casa apenas bajé. Pasó una couster a los segundos, subí sin pensarlo y expliqué lo sucedido al chofer y cobrador, quería que me dejen en algún lugar donde pueda tomar otro carro que me deje cerca a mi casa. Cuando conté los 6 pasajeros se limitaron a escuchar sorprendidos pero nadie me preguntó cómo me encontraba, si estaba bien o no. El único enviado del señor al parecer era el cobrador, que si me preguntó si me habían hecho daño, le dije que no. Entonces me dijo el ángel bendito: “Te cobro un Sol nomás hasta Aviación con Javier prado, de ahí puedes tomar otro carro que te lleve”. No entiendo porque el enviado angelical no pudo llevarme gratis sabiendo que me habían asaltado. Pero supongo que estaba siendo muy generoso al cobrarme solo un sol.
Cuadras después suben dos policías de tránsito y se sientan al fondo de la combi. Una mujer de base 2 y un cuarentón. Pensé: “¿Para qué decirles?, Solo quiero llegar a mi casa”, pero quería llamar al celular de mi mamá y decirle que estaba bien, en caso recibía alguna llamada desde mi celular o si ella llamaba que no le hagan creer que estaba secuestrado. No sabía de memoria el número de mi madre pero si el de un amigo y él podría ubicar a mi mamá. Me acerqué a los policías y a contarles lo sucedido. Me sugirieron sorprendidos que ponga una denuncia. Yo les respondí sabiendo ya la respuesta: “¿Y recuperaré mis cosas con esa denuncia?” de manera sincera y desalentadora me dijeron: “No creo en verdad, eso ellos lo venden al toque”. Entonces no me sirve la denuncia, les dije. “Solo quiero avisar a un amigo para que le diga a mi mamá que estoy bien, ¿Me puede prestar una llamada desde su celular por favor?” Al ver el equipo que tenían los excelentísimos dirigentes del tránsito limeño que parecía de juguete con la pantalla monocromática me dijeron: “Está sin saldo, solo puede recibir llamadas”. Pobre policía, me daba ganas de darle los centavos que el cobrador me estaba rebajando. Me di cuenta que perdía mi tiempo y saliva. Los policías tenían que bajar en la siguiente esquina. Yo regresé a mi asiento cerca del chofer que tenía el cinturón de seguridad sobrepuesto pero desabrochado. El viaje se me hacia largo con la música techno del año 1994 en cassette pirata que habían puesto. Ahora tenía la preocupación de avisar a mi mamá y miraba hipnotizado el perrito que mueve su cabeza con cada bache.
Pensaba bajar y tomar un taxi a su oficina, pero no me garantizaba que ella esté ahí en ese momento, mejor voy a mi casa nomas y de ahí hago la llamada. Después de una hora casi de viaje llegue a mi hogar. Cogí el teléfono y llame a quien podía contactar a mi mamá pero mi amigo no tenía el celular de ella, buscaría en algún directorio. Paralelamente trataba de encontrar yo el número de su celular. Llamé a mi tía con la que vivía en Florida, sabía su número de la casa de memoria y ella tenía en su libreta el número de mi mamá. “Hi, right now I’m not available ...” La contestadora cortaba mi ilusión de conseguir el número. Mi stress aumentaba. Prendí la computadora de la casa para entrar al facebook y acceder a la guía de números de mis amigos. Pocos habían llenado esa parte del profile, pero me enteré que Paris Hilton había aconsejado a algunos en su vida diaria. La internet estaba fallando, al parecer esta computadora no es veloz. Alguien me contactó por el msn de esta web y me preguntó si estaba bien al ver mi estado “Me robaron el celular, estoy en mi casa”. Le pedí que me llame a mi casa y me ayude a revisar mi agenda de contactos, le di mi clave y pedí que la cambie antes que los secuestradores me hackeen. Paralelamente cambiaba mis claves a mi msn y correos. Me dieron el número celular de mi prima de 12 años, vive en Texas, la llamaré. Escucho que timbra, tensión como en el programa de Gisela Valcarcel. Suena su correo de voz, dejaré mensaje pienso. “Hola, si en este momento no contesto el celular es porque probablemente estoy muy ocupada o no me da la gana de hacerlo. Si deseas puedes dejar un mensaje en la casilla de voz, pero te recomiendo que no lo hagas porque no suelo revisarlo, pero si lo haces déjame …” Colgué. Pérdida de tiempo. Mi stress sigue en aumento. Encuentro una agenda de mi mamá en su cuarto con números de la familia. Llamo a mi abuelo que no hablo tiempo con él. “No joven, número equivocado” “Telefónica del Perú le informa que el número que ha marcado es incorrecto” No había ningún número actualizado. Encontré el de un primo que ya es padre de familia, al fin alguien. Llamo y me contesta un niño con voz aguda e inocente “¿Alo?” Su voz me estresaba. Bendita paciencia que Barney les tiene, yo en ese momento respire profundo y le dije quien era, le pedí que me pase con su mamá o papá. “No está” Parecia que sonreía al decirlo. “Pásame con alguien mayor, no creo estés solo” “Alo buenas tardes” La empleada con voz asustada y sumisa. Le explico lo sucedido rápidamente, necesito hablar con alguien. Me pasa con mi primo. Ya habían pasado como 4 minutos desde que se inició la conversación y la empleada gritaba el nombre de mi primo a lo lejos. Le explico lo sucedido y le pido que trate de ubicar a mi mamá, no tengo números de ningún familiar. Al colgar la llamada suena el teléfono, era mi mamá. Mi amigo llegó a comunicarse con ella. Estaba en camino a mi casa y un amigo también vendría a verme preocupado.
Ahora tendré que cancelar mi número del celular para que no hagan llamadas desde ahí y me venga en el recibo llamadas a Chachapoyas, Pozuzo o Thailandia que nunca hice. Entraré a la web de Claro para ver el número que tengo que llamar desde un fijo. Web inútil que no brindaba esa información a la vista y no cargaba bien. Encuentro unos cupones de descuento de Claro donde aparece el número y llamo. “Buenas tardes. Bienvenidos al servicio al cliente de Claro. Con Claro Club acumula puntos para canjearlos por descuentos y …” Mi tensión aumentaba. Marqué la opción de pérdida o robo. Le di mis datos al operador que contestó luego que escuché la canción de Gian Marco un momento. Después de explicarle, darles los datos al operador y recibir los números de bloqueo del equipo y del chip, me explica que puedo recuperar mi número presentando la denuncia. Y si me devolvían mi equipo lo llame para desbloquearlo. No creo que los secuestradores lo devuelvan. Llegó mi mamá y mi amigo.
Tengo que hacer una denuncia, pero tendría que hacerlo donde ocurrió el hecho. No pienso ir hasta Santa Anita por un papeleo. Mejor voy a la comisaria de Miraflores y digo que me robaron por ahí, total como dijo el policía de tránsito no creo que me devuelvan mis cosas. Solo la necesito para un trámite en Claro y también para anular la garantía de mi laptop y con ese dinero juntar para tener una nueva … (continuará).
lunes, 25 de mayo de 2009
Panza de burro
domingo, 19 de abril de 2009
Oda Fina
A: Pero yo no escribo odas, ni poesías.
G: Intenta.
A: Escribiría algo que de risa y que sea absurdo, algo como:
¡Oh mi huevito!
¡Oh mi huevón!
Yo te quiero mucho,
con todo mi corazón
El huevo es vida,
el huevo es valor,
el huevo me quita el susto
y también tiene mal olor.
El huevo tiene proteína,
el huevo tiene sabor.
Qué mejor que un huevo,
pues mejor si son dos.
G: ¡JAJA! No te pases, se reirán de mi y pensarán que estoy loco.
A: Pero me quedó bonito. Lo postearé en mi blog entonces porque no escribo hace mucho.
G: O sea que al final no me ayudaste a escribir sino que te di una idea para tu blog.
A: Así parece.
jueves, 2 de abril de 2009
Santa Semana
Recuerdo que llegábamos en una combi contratada para todos, previo punto de encuentro, en mi casa. La carpa, mi bolsa de dormir, mi mochila con panes de molde bien helados y aplastados en la mochila, latas de atún, Gatorade, mi cepillo de dientes, ropa para abrigarme en la noche. También ayudaba a cargar por momentos el cooler con los tragos que pesaba como si lleváramos un difunto. Algunos para las 6:30pm, que oscurecía, ya estaban ebrios. Campamentos alrededor de nosotros. Era oscuridad, música, frío, gente bronceada, fogatas, sonido de las olas, pies descalzos en la arena, olor a bloqueador en mi piel bronceada. No sabía si comer un atún o guardarlo para más tarde. Veía parejas agarrando cerca a la orilla. Yo regresaba de color rojo camarón casi con quemaduras de tercer grado, con arena en pelo y harto del atún. De pronto una señora que está a mi izquierda me pasa la voz para darme la paz y me trae a la realidad. No tengo malos recuerdos de los campamentos así que le recomiendo al padre ir de campamento.