domingo, 30 de noviembre de 2008

Rojo y Verde

Estaba en Wong, donde comprar es un placer, cuando de pronto tuve que taparme los oídos porque el tonito MIDI de las lucecitas navideñas estaba nuevamente tocándome. Me vino a mi mente una noche navideña en la que yo era un niño ilusionado porque vendría (según yo) Papá Noel. Mi mamá quería dormir y mandarme a dormir. Yo negándome a su orden con esa inocencia que ahora no recuerdo: "Pero quiero ver a Papa Noel a las doce cuando venga a dejarme mis regalos en mi cuarto, aún no quiero ir a dormir" Mi madre masajeándose la frente, suspirando tratando de controlar su stress por el sueño me dijo: "Hijo, Papa Noel no existe, es tu abuelo quien subirá a tu cuarto haciendo ruido sin dejarme dormir encima." Esa noche mientras yo simulaba estar dormido vi entrar a mi abuelo a oscuras en mi cuarto dejándome mis regalos. "Au carajo" dijo haciendo ruido al tropezar con uno de mis juguetes en el piso, seguro el champagne o vino de la cena se le subió. Creo que desde ahí la navidad no la veo con la misma ilusión.

Una impulsadora de Bimbo me invita a probar panetón trayéndome nuevamente al tiempo presente. Mientras empujaba mi cochecito me imaginaba que los tricicleros del centro de Lima estarán con su parlante vendiéndolo a un sol cincuenta interrumpiendo el paso de las combis y de los peatones. De seguro en estos días los canales nacionales pondrán películas como "Mi pobre angelito" en su programación. Harán sus propagandas con melodías cursis como la del chavo cuando se va de la vecindad con una imagen de todos los hijos del personal técnico que labora en el canal deseando una feliz navidad a todas las familias peruanas. Empezarán los comerciales de helados y de cervezas con gente muy delgada en la playa, no entiendo eso porque la gente que consume cerveza suele tener una barriga muy navideña (al estilo de Papá Noel). Pobre de los pavos, pavitas y lechones, se sentirán como los judíos en Alemania durante el mandato de Hitler. Algunos jugarán "el amigo secreto" de manera obligatoria, yo siempre tenia mala suerte para ese juego. El olor a pólvora estará en las calles, estará prohibida su venta, pero estamos en Perú. Habrá campañas para incautar artefactos pirotécnicos. Canal 5 en la esquina de la televisión recolectará vivieres en el programa de la rulitos. Habrá chocolate caliente en pleno verano. Comeré pavo post navideño durante unos 3 días. Habrán niños jugando en las calles el día veinticinco luciendo sus nuevas bicicletas, skates, zapatillas y el resto de chucherías que la campaña navideña chilena en sus días R ofrecerá. No es que odie la navidad, me encantan los regalos pero siento que se distorsiona el sentido original. Todo es tan predecible en esta época. Me iré a armar mi arbolito y el nacimiento, pondré luces en mi ventana solo para que mi departamento se vea más bonito que el del costado y así generar la envidia de los vecinos.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Envejecer en Lima

Ayer fue mi cumpleaños, me agrada mi edad, pero me pongo a pensar si quiero envejecer aquí en la capital de la piratería. Ser viejo, porque esa es la palabra ofensiva o no, en el Perú es muy particular. No me gustaría usar el pantalón arriba del ombligo con una correa que tiene como hebilla la inicial de mi nombre esperando ser atendido por la lenta cajera del Banco de la Nación para que me den mi pensión que equivale a una noche tranquila de juerga de Omar Machi. Tener que ser el que se queja en la combi enfrentando a un oloroso cobrador y un chofer con poco sentido de auto conservación. Detestaria tener que ir a programas concursos y menearme de manera sinvergüenza y tirando mi dignidad y honor al piso para que me den una cocina surge o una plancha de papel higiénico en el programa donde premian a "la estrellita de mi barrio". No quiero ir con pitos y matracas coloridas a una huelga en el centro de Lima exigiendo el cumplimiento del decreto ley 453012 en el cual se otorga a los pensionistas 10 soles de aumento. No sé si me pondría a escuchar radio felicidad que en realidad debería ser radio tristeza, porque la música que ponen no es para alegrarse. La impotencia sexual seria como estar vegetal, no le encontraría sentido a la vida. Siendo impotente ya no podría disfrutar de las calatas en el "Chuculúm" o de mi calendario caliente de las malcriadas que me regala mi diario "El Trome". Ya no podría encontrar trabajo y solamente me quedaría ser taxista y recibir insultos de todo calibre por la gente estresada de la hora punta. Tendría que ir a misa ya que estando más cerca de la muerte seria mejor estar bien con la religión en caso sea verdad todo lo que antes no creía. Pero por otro lado tendría ventajas, como el asiento reservado, sentarme adelante así mi muerte es más que segura en caso de choque. En el cine pagaría menos, lo malo es que probablemente a la mitad de la película me quede dormido o mi incontinencia urinaria me obligue a salir de la sala. Bueno desde ahora creo que trataré mejor a los viejitos porque pensándolo bien su vida no es muy divertida aquí. No, ¿A quién miento? Me iré a Miami cuando sea viejo y me broncearé como la vieja de la pelicula "There's something about Mary" usando mi tangita de leopardo.