miércoles, 9 de septiembre de 2009

Secuestro


Me secuestraron. Me hicieron subir a una Station Wagon contra mi voluntad, porque era un Station Wagon pues. Cualquier secuestrador con clase me secuestra en una 4 x 4, en una Hammer de color brillante, en un Mercedes negro o mínimo un auto europeo de lunas polarizadas y con los delincuentes en terno. Pero los hechos eran no como yo hubiera deseado. Una vez dentro del auto lo que querían era mi dinero y mi mochila que contenía mi laptop. No puse resistencia porque lo material no importa, sino mi vida. Poniendo de mi parte los secuestradores no me agredieron, me devolvieron mi billetera sin dinero pero con mis documentos, me dieron mis llaves, encima me dieron dos soles con cuarenta centavos para mi pasaje de regreso y me liberaron minutos después de pasearme. Estaba en Santa Anita luego me enteré. Quería regresar a mi casa apenas bajé. Pasó una couster a los segundos, subí sin pensarlo y expliqué lo sucedido al chofer y cobrador, quería que me dejen en algún lugar donde pueda tomar otro carro que me deje cerca a mi casa. Cuando conté los 6 pasajeros se limitaron a escuchar sorprendidos pero nadie me preguntó cómo me encontraba, si estaba bien o no. El único enviado del señor al parecer era el cobrador, que si me preguntó si me habían hecho daño, le dije que no. Entonces me dijo el ángel bendito: “Te cobro un Sol nomás hasta Aviación con Javier prado, de ahí puedes tomar otro carro que te lleve”. No entiendo porque el enviado angelical no pudo llevarme gratis sabiendo que me habían asaltado. Pero supongo que estaba siendo muy generoso al cobrarme solo un sol.

Cuadras después suben dos policías de tránsito y se sientan al fondo de la combi. Una mujer de base 2 y un cuarentón. Pensé: “¿Para qué decirles?, Solo quiero llegar a mi casa”, pero quería llamar al celular de mi mamá y decirle que estaba bien, en caso recibía alguna llamada desde mi celular o si ella llamaba que no le hagan creer que estaba secuestrado. No sabía de memoria el número de mi madre pero si el de un amigo y él podría ubicar a mi mamá. Me acerqué a los policías y a contarles lo sucedido. Me sugirieron sorprendidos que ponga una denuncia. Yo les respondí sabiendo ya la respuesta: “¿Y recuperaré mis cosas con esa denuncia?” de manera sincera y desalentadora me dijeron: “No creo en verdad, eso ellos lo venden al toque”. Entonces no me sirve la denuncia, les dije. “Solo quiero avisar a un amigo para que le diga a mi mamá que estoy bien, ¿Me puede prestar una llamada desde su celular por favor?” Al ver el equipo que tenían los excelentísimos dirigentes del tránsito limeño que parecía de juguete con la pantalla monocromática me dijeron: “Está sin saldo, solo puede recibir llamadas”. Pobre policía, me daba ganas de darle los centavos que el cobrador me estaba rebajando. Me di cuenta que perdía mi tiempo y saliva. Los policías tenían que bajar en la siguiente esquina. Yo regresé a mi asiento cerca del chofer que tenía el cinturón de seguridad sobrepuesto pero desabrochado. El viaje se me hacia largo con la música techno del año 1994 en cassette pirata que habían puesto. Ahora tenía la preocupación de avisar a mi mamá y miraba hipnotizado el perrito que mueve su cabeza con cada bache.

Pensaba bajar y tomar un taxi a su oficina, pero no me garantizaba que ella esté ahí en ese momento, mejor voy a mi casa nomas y de ahí hago la llamada. Después de una hora casi de viaje llegue a mi hogar. Cogí el teléfono y llame a quien podía contactar a mi mamá pero mi amigo no tenía el celular de ella, buscaría en algún directorio. Paralelamente trataba de encontrar yo el número de su celular. Llamé a mi tía con la que vivía en Florida, sabía su número de la casa de memoria y ella tenía en su libreta el número de mi mamá. “Hi, right now I’m not available ...” La contestadora cortaba mi ilusión de conseguir el número. Mi stress aumentaba. Prendí la computadora de la casa para entrar al facebook y acceder a la guía de números de mis amigos. Pocos habían llenado esa parte del profile, pero me enteré que Paris Hilton había aconsejado a algunos en su vida diaria. La internet estaba fallando, al parecer esta computadora no es veloz. Alguien me contactó por el msn de esta web y me preguntó si estaba bien al ver mi estado “Me robaron el celular, estoy en mi casa”. Le pedí que me llame a mi casa y me ayude a revisar mi agenda de contactos, le di mi clave y pedí que la cambie antes que los secuestradores me hackeen. Paralelamente cambiaba mis claves a mi msn y correos. Me dieron el número celular de mi prima de 12 años, vive en Texas, la llamaré. Escucho que timbra, tensión como en el programa de Gisela Valcarcel. Suena su correo de voz, dejaré mensaje pienso. “Hola, si en este momento no contesto el celular es porque probablemente estoy muy ocupada o no me da la gana de hacerlo. Si deseas puedes dejar un mensaje en la casilla de voz, pero te recomiendo que no lo hagas porque no suelo revisarlo, pero si lo haces déjame …” Colgué. Pérdida de tiempo. Mi stress sigue en aumento. Encuentro una agenda de mi mamá en su cuarto con números de la familia. Llamo a mi abuelo que no hablo tiempo con él. “No joven, número equivocado” “Telefónica del Perú le informa que el número que ha marcado es incorrecto” No había ningún número actualizado. Encontré el de un primo que ya es padre de familia, al fin alguien. Llamo y me contesta un niño con voz aguda e inocente “¿Alo?” Su voz me estresaba. Bendita paciencia que Barney les tiene, yo en ese momento respire profundo y le dije quien era, le pedí que me pase con su mamá o papá. “No está” Parecia que sonreía al decirlo. “Pásame con alguien mayor, no creo estés solo” “Alo buenas tardes” La empleada con voz asustada y sumisa. Le explico lo sucedido rápidamente, necesito hablar con alguien. Me pasa con mi primo. Ya habían pasado como 4 minutos desde que se inició la conversación y la empleada gritaba el nombre de mi primo a lo lejos. Le explico lo sucedido y le pido que trate de ubicar a mi mamá, no tengo números de ningún familiar. Al colgar la llamada suena el teléfono, era mi mamá. Mi amigo llegó a comunicarse con ella. Estaba en camino a mi casa y un amigo también vendría a verme preocupado.

Ahora tendré que cancelar mi número del celular para que no hagan llamadas desde ahí y me venga en el recibo llamadas a Chachapoyas, Pozuzo o Thailandia que nunca hice. Entraré a la web de Claro para ver el número que tengo que llamar desde un fijo. Web inútil que no brindaba esa información a la vista y no cargaba bien. Encuentro unos cupones de descuento de Claro donde aparece el número y llamo. “Buenas tardes. Bienvenidos al servicio al cliente de Claro. Con Claro Club acumula puntos para canjearlos por descuentos y …” Mi tensión aumentaba. Marqué la opción de pérdida o robo. Le di mis datos al operador que contestó luego que escuché la canción de Gian Marco un momento. Después de explicarle, darles los datos al operador y recibir los números de bloqueo del equipo y del chip, me explica que puedo recuperar mi número presentando la denuncia. Y si me devolvían mi equipo lo llame para desbloquearlo. No creo que los secuestradores lo devuelvan. Llegó mi mamá y mi amigo.

Tengo que hacer una denuncia, pero tendría que hacerlo donde ocurrió el hecho. No pienso ir hasta Santa Anita por un papeleo. Mejor voy a la comisaria de Miraflores y digo que me robaron por ahí, total como dijo el policía de tránsito no creo que me devuelvan mis cosas. Solo la necesito para un trámite en Claro y también para anular la garantía de mi laptop y con ese dinero juntar para tener una nueva … (continuará).

3 comentarios:

jkhjkhjkhjk dijo...

Gracias a Dios no te pasó nada alfredo... pero apurate en terminar el relato jajajaja
besos

Gonzalo dijo...

oh my!!!

A Sotomayor dijo...

Si pues, solo fue un susto y una preocupación temporal. Todo bien al final.