Olía extraño, era una mezcla de naftalina con Henno de Pravia y exceso de laca. Eran unas señoras que estaban delante mio conversando en la combi y me era inevitable escuchar su diálogo con quejas de todo. Parecían escritoras de un blog. Una de ellas llevaba un vestido de color entero oscuro con muchas bolas blancas. Pelo color vino con unas leves raíces blancas peinado de manera frondosa y tiesa. Lentes de sol grandes al igual que su bolso. La otra señora tenia una joroba pequeña que la hacía medir 1.50m aproximadamente, lentes de sol color marrón también su rostro lucia más pálido a comparación de su cuello debido a la cantidad extra de base que usaba, es un look curioso, a esa edad deberían ya ser maquilladas por una tercera persona pienso. Les pondré nombres ficticios, para reconocerlas con facilidad.
Felícita Pendeivis: ¡Ay estos son unos bestias manejando!
Alejandrina Cuy: Por eso el Perú está como está, no respetan nada. Paran donde se les da la gana.
Felícita Pendeivis: Paran si tienen que recoger un pasajero pero si tienen que dejarlo lo dejan donde ellos quieren.
Alejandrina Cuy saca su mandarina que tenia envuelta en papel servilleta dentro de su cartera y empieza a pelarla, mientras Felícita saca de entre su sostén su monedero negro y paga al cobrador preguntándole. "¿Vas por el Banco de la Nación?" El cobrador luego de 3 segundos asimila la pregunta y le responde de manera afirmativa. De manera autoritaria y amenazante la señora Pendeivis le ordena al uñilarga que le avise cuando lleguen para bajar.
Alejandrina empieza a saborear su mandarina y pregunta con la boca llena: "¿Cómo está tu hijo?"
Felícita hace un puchero con sus labios que están con 4 capas de lápiz labial en forma desaprobatoria, mueve la cabeza de un lado a otro y dice: "Bien, pero estaría mejor si se divorcia de esa (murmurando ahora y acercándose al gran oído de Felícita) perra"
Alejandrina Cuy: ¿Así? ¿Sigue aguantándola?
Felicita Pendeivis: Si pues por los hijos lo tiene amarrado, por eso a mi nieto yo le digo que use condón sino quiere acabar como su padre.
Alejandrina Cuy ahora bota sus cáscaras de mandarina por la ventana.
Observaba sus lunares en las manos, algún día seré así. ¿Me quejaré de todo? ¿Tendré un look gracioso?. Extrañaba mi música.
Felicita Pendeivis: ¡Bajan en el banco de la nación! grita como si le hubieran pisado el pie calloso. El cobrador le dice "todavía falta" y al terminar de decir eso Alejandrina Cuy grita más fuerte como sirena de bomberos "¡Bajan en el banco de la nación oiga!" vuelven a responder: "Falta todavía", "ay no escuché, hablan muy bajito" dijo. Todos los pasajeros escuchamos, menos ella.
3 paraderos después bajaron despacio durante 27 segundos mentando la madre al cobrador y al chofer por dejarlas en medio de la pista. Para la próxima, pongo cargar bien mi iPod.
Felícita Pendeivis: ¡Ay estos son unos bestias manejando!
Alejandrina Cuy: Por eso el Perú está como está, no respetan nada. Paran donde se les da la gana.
Felícita Pendeivis: Paran si tienen que recoger un pasajero pero si tienen que dejarlo lo dejan donde ellos quieren.
Alejandrina Cuy saca su mandarina que tenia envuelta en papel servilleta dentro de su cartera y empieza a pelarla, mientras Felícita saca de entre su sostén su monedero negro y paga al cobrador preguntándole. "¿Vas por el Banco de la Nación?" El cobrador luego de 3 segundos asimila la pregunta y le responde de manera afirmativa. De manera autoritaria y amenazante la señora Pendeivis le ordena al uñilarga que le avise cuando lleguen para bajar.
Alejandrina empieza a saborear su mandarina y pregunta con la boca llena: "¿Cómo está tu hijo?"
Felícita hace un puchero con sus labios que están con 4 capas de lápiz labial en forma desaprobatoria, mueve la cabeza de un lado a otro y dice: "Bien, pero estaría mejor si se divorcia de esa (murmurando ahora y acercándose al gran oído de Felícita) perra"
Alejandrina Cuy: ¿Así? ¿Sigue aguantándola?
Felicita Pendeivis: Si pues por los hijos lo tiene amarrado, por eso a mi nieto yo le digo que use condón sino quiere acabar como su padre.
Alejandrina Cuy ahora bota sus cáscaras de mandarina por la ventana.
Observaba sus lunares en las manos, algún día seré así. ¿Me quejaré de todo? ¿Tendré un look gracioso?. Extrañaba mi música.
Felicita Pendeivis: ¡Bajan en el banco de la nación! grita como si le hubieran pisado el pie calloso. El cobrador le dice "todavía falta" y al terminar de decir eso Alejandrina Cuy grita más fuerte como sirena de bomberos "¡Bajan en el banco de la nación oiga!" vuelven a responder: "Falta todavía", "ay no escuché, hablan muy bajito" dijo. Todos los pasajeros escuchamos, menos ella.
3 paraderos después bajaron despacio durante 27 segundos mentando la madre al cobrador y al chofer por dejarlas en medio de la pista. Para la próxima, pongo cargar bien mi iPod.